Sexo tántrico

Foto: Narda Cruz

El tantrismo es una filosofía holística milenaria, que se basa en textos llamados tantras, surge en la India, pasando por el Tibet hasta consolidarse en China. Es una doctrina que emplea el deseo como una herramienta espiritual, para unirnos con el todo.

Hay tres ramas dentro del tantra, el sendero de la mano derecha, el camino de la mano izquierda y los chakras:

• Tantra Negro (mano izquierda): Utiliza energías oscuras como método hacia el despertar.

• Tantra Blanco (mano derecha): Utiliza la meditación, el yoga y prácticas en solitario como método de elevación.

• Tantra Rojo (practicas sexuales): Meditación en pareja, masajes eróticos, ritualización sexual.

Dentro del tantra rojo se habla de una bisexualidad o polaridad, que habita en todos.

Shakti quien representa la energía femenina es vinculada con la energía, el poder y lo emocional. Shiva representante de la energía masculina, se relaciona con la percepción, la conciencia y lo físico, son polaridades presentes en cada persona.

Shakti se presenta como el principal causante del orgasmo, en el tantra las mujeres son quien dirigen el acto para elevar la energía, conocida en el yoga y la meditación, como energía Kundalini.

Se dice también que la energía Kundalini es la serpiente que duerme en el primer chakra o chakra raíz, el cual se encuentra en la zona genital, uniéndonos con lo físico o terrenal.

Al tener un encuentro sexual tántrico esta energía recorre la columna vertebral pasando por todos los chakras, hasta llegar al séptimo, logrando la elevación de la pareja y uno mismo, mediante el intercambio energético en la unión sagrada.

El sexo tántrico es sin duda alguna matriarcal al ser una práctica más erótica que coitocentrista, ya que no se basa solamente en los genitales o la penetración.

Es un culto a la energía femenina, la energía vital o creadora. Y tiene como precepto enfocarnos en “El aquí y el ahora”

Para llegar a esa conciencia total del presente es necesario entender que esta práctica está muy alejada de las típicas dinámicas o guiones socio-sexuales.

Lo que se busca es una mayor duración e intensidad, conocer el cuerpo de tu compañero y tomarte el tiempo necesario para disfrutar del tuyo, sin prisas, hasta llegar a un punto de comunión.

Como en todo ritual, debemos acondicionar el espacio para generar un ambiente adecuado, en este caso de armonía y erotismo. Preparando el área una sábana suave para el masaje y una o varias almohadas.

Puedes comenzar prendiendo velas aromáticas, inciensos o esencias. Poner música binaural, para meditar o sonidos relajantes como el agua o cuencos.

El uso de los antifaces también es de gran ayuda si eres nuevo en el tema, ya que al privarse de uno de los sentidos, en este caso la vista, los demás se expanden.

También es recomendable para los principiantes tomar un baño para que el cuerpo se relaje y entre en calor con el vapor, antes del masaje.

Todo comienza aquietando la propia respiración usando una técnica denominada Pranayama, donde al inhalar no solo se llena de aire el pecho sino que también el estómago. Las primeras cinco repeticiones deben ser lentas y profundas, las próximas diez pueden ir elevando la intensidad y el ritmo, para posteriormente fusionar o empatar la respiración con la de tu pareja, así ambos entrarán en un estado de profunda concentración y conectaran el uno con el otro, para vivir la experiencia como una sola entidad.

“Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.”

-Julio Cortázar

El siguiente paso es el que lleva a tu compañero a la completa relajación. Comienza dando a tu pareja un masaje corporal con aceites aromáticos, mientras él se concentra, medita y siente. Poco a poco vayan descubriendo y despertando las distintas zonas erógenas, mediante roces y caricias.

El masaje culmina en la exploración del área genital y su masturbación.

Dicho esto hay que recordar que la meta no es ni el orgasmo, ni la eyaculación, si no todo lo contrario. Es potenciar cada uno de nuestros cinco sentidos, con la música, los aromas, las telas, caricias y sensaciones del masaje erótico, conteniendo la eyaculación, hasta llegar al coito. Empezando por penetraciones suaves que vayan en aumento haciéndose cada vez más intensas y profundas, buscando siempre retardar la eyaculación masculina, deteniéndose en el instante previo a terminar, para el placer y disfrute de la mujer, el cual repercutirá a su vez en el goce del hombre, elevándose ambos con el orgasmo como en un trance, generando la unión sagrada de cuerpos y energías.

Fotos y texto por Narda Cruz